Amor sobre tacones

Dejar descansar todo el peso del cuerpo sobre dos agujas es algo que ni un faquir haría. No obstante, hay mujeres que usan tacones.

Usar zapatos de tacón alto es, sin duda, uno de los sacrificios cotidianos a los que la gente se somete sin saber bien bien porqué, y sin estar totalmente seguros de qué conjura, pero por moda, femeneidad, o por simple vanidad el tacón sigue volviendo, siguen paseándonos pies en puntillas, pantorrillas respingonas y culos rotundos por aceras, bares, templos, oficinas y habitaciones sin que nadie le haya determinado jurisdicción alguna. El tacón es una ley, que algunas defienden, muchas cumplen, y otras transgreden. Constituye delito sin pena el no llevarlo en ciertas ocasiones, un sinsentido en otras y un fetiche cuando el calzado es del todo prescindible.Por mucho que Karina nos guste, queda claro que el tacón es mucho más que un montículo, o una estratagema para alcanzar en estatura a nadie. La mas mini de las minifaldas resulta larga sin un tacón, y el más masculino de los pantalones se femeniza cuando envuelve unas nalgas subidas en dos buenos pares de tacones.


Asimismo,dejar descansar toda tu alma sobre un corazón es algo que no tiene demasiado sentido. No obstante nos enamoramos.

Enamorarse es, sin duda, uno de los sacrificios cotdianos a los que nos sometemos sin saber bien bien porqué, y sin estar totalmente seguros de qué conjuramos, pero por moda, femeneidad, o por simple vanidad, el amor sigue volviendo, seguimos paseándonos pies en puntillas, pantorrillas respingonas y culos rotundos por aceras, bares, templos, oficinas y habitaciones sin que nadie nos haya determinado jurisdicción alguna. El amor es una ley, que algunos defendemos, muchos cumplimos, y otros transgreden. Constituye delito sin pena el no llevarlo cuando lo hemos prometido, un sinsentido cuando es leve y un delito cuando el sentimiento es del todo prescindible.La mas larga de las faldas resulta corta si hay amor, y el más masculino de los pantalones se convierte en piel cuando envuelven unas nalgas que se saben amadas.

he amado a mujeres en tacones, sin tacones e incluso renuentes al tacón. En el último caso he querido considerarme su "tacón de aquiles"...

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