We are Family!

Esta vez llegué yo el primero… cogí una silla y me senté a leer, por encima, un panfleto de 8 paginas mientras daba comienzo la conferencia. Fui sintiendo poco a poco, como parsimoniosamente se iban acercando, uno a uno, ocupando las posiciones del frente, a mi lado y detrás de mí. Los miraba con el rabo del ojo pero sobre todo los sentía, respirar, toser, tragar. Creían murmurar, pero en realidad gritaban y lo que gritaban lo repetían varias veces, Finalmente tuve que cederle la silla a uno, y cuando levanté la vista me sorprendió el resplandor de todas sus blancas cabezas, los altos copetes, el manglar de bastones y la ausencia total de repiques de móvil. Por tercera vez en mi vida me encontraba en la situación de ser el único menor de 70 en una habitación llena de gente. La vejez tiene muy mala prensa estos días… me sentí intimidado…, aunque, esta vez, me lo había buscado.

Estaba allí para escuchar a cierto antropólogo hablar del fenómeno de inter-generacionalidad en la sociedad, de la familia vertical, de la nueva vejez, la nueva adultez, de expectativas de vida, de tasas de natalidad, de mortalidad, de población envejecida, y de estigmatización de las edades. Si señor!, Se iba hablar de distribución demográfica por edades en un auditorio en donde no había distribución por edad alguna. No obstante, intenté no cuestionar más la situación y paré la oreja a ver que era lo que nos contaba el expositor…y si, ya el tipo estaba entrado en números y estadísticas sorprendentes.

Haré un resumen:

Si yo hubiese nacido en España en 1940, según la expectativa de vida para ese momento, debía haber muerto en 1980, hubiese tenido 5 hermanos, 2 de ellos hubiesen fallecido (uno antes del año de edad y otro antes de los 15), no hubiese conocido a ninguno de mis abuelos, y a mis padres los habría enterrado justo después de cumplir la mayoría de edad. A mi propio entierro habrían asistido muchos hijos y sobrinos, y más bien pocos nietos muy pequeños.

Si en cambio hubiese nacido ayer, debería poder llegar sin mayores dificultades a los noventa, habiendo disfrutado de padres, abuelos y bisabuelos activos; y habiendo compartido con mis hijos su vejez temprana, con mis nietos su adultez y con los hijos de éstos su infancia prolongada. Me enterrarían, en este caso, pocos hijos y sobrinos, pero en su lugar estarían varios descendientes, entre nietos y bisnietos, que me llorarían abrazados a los hijos de los nietos de mi hermano(a) si lo(a) hubiere.

Según el optimista expositor, esto debería hacer pensar dos veces a pesimistas y profetas del desastre antes de enunciar su predilecta máxima sobre “La Extinción de La Familia”, pues lejos de extinguirse, la familia lo que está haciendo es poniéndose en forma, haciéndose más vertical y menos horizontal todo gracias a estos “nuevos viejos”, que al ser más viejos que los “viejos viejos”, son diferentes (no sólo en edad) de los antiguos, y por tanto nuevos , “nouvelles” o “sui generis” viejos que solemos llamar.

A efectos de no confundirnos más, en adelante me referiré a ellos como “los nuevos abuelos”.

Estos nuevos abuelos gozan en primer lugar de unos buenos 30 años extra, de ñapa, o bonus track. Es como si al que llamaban viejo en 1950 a los 60 le hicieran un re-fill,
En segundo lugar los nuevos abuelos tienen, en su mayoría, salud y agilidad, lo cual conjuntado con la merecida reducción de responsabilidades económicamente productivas y compromisos laborales, se traduce en gente muy capacitada social, profesional y económicamente, con mucho tiempo libre, experiencia y ahorros. Los nuevos viejos lejos de ser un lastre para las sociedades son en cambio el sector demográfico en donde reside nuestro mayor capital social, y en mayor medida para algunos, el capital capital… o para ser llanos: el dinero y el tiempo (que según dicen es dinero también)…

Pero la charla no trataba sobre la aportación económica de los abuelos, sino de la capacidad de las franjas generacionales para ayudarse entre si. Y si bien nos sentimos más identificados con nuestros parientes congéneres, la verdad es que, de acuerdo con las estadísticas, hoy y siempre, la ayuda, en este caso, llega hasta poco más allá de la compresión interpersonal.

Los nacidos hoy tendrán el mismo número de parientes que los nacidos en el 40, sólo que la parentela de entonces se componía de congéneres, y la de ahora en cambio, de antecesores y descendientes. El árbol genealógico estaría entonces radicalmente cambiando de forma, haciéndose alto y delgado, sin que esto signifique debilitamiento alguno de su estructura o cohesión. Y si los datos son ciertos, muy por el contrario, la evidencia apuntaría a que en el seno de la familia multi-generacional (la vertical) se suceden relaciones más intensas y frecuentes que en la horizontal, siendo éstas fomentadas (soportadas) en principio, y casi con exclusividad, por éstos abuelos saludables y productivos, y los beneficiarios o dependientes (en contra de lo que se piensa) sus hijos y los hijos de éstos, quienes típicamente serán recíprocos, y lo serán cada vez más, a medida que se acerquen a su propia “nueva” vejez

La razón de esta mayor interrelación, según el antropólogo, yacería en la heterogeneidad de las necesidades y recursos propios de cada generación y en la consiguiente susceptibilidad de los mismos para ser re-distribuídos sin acarrear sacrificios tremendos. Inversamente, en la familia horizontal, aquella compuesta mayormente por coetáneos, los integrantes dispondrían todos y en un momento dado, de los mismos recursos y similares carencias propias de su generación: Todos al unísono y sin poder trasladar su peso o beneficio a otro en diferente situación.

Parecía lógico estar de acuerdo con este señor cuando decía que la longevidad extendida y saludable de los padres y su consiguiente productividad tienen un efecto favorable, no sólo a nivel económico y profesional, sino en la salud y bienestar emocional de sus hijos y nietos; al tiempo que el cuidado y atención que los hijos y nietos proveen a sus mayores incide en la longevidad saludable de éstos. Asimismo, pude ver a todos los presentes asentir, cuando el expositor lamentaba sufrir de tantas afecciones de salud como las que aquejaban a sus hermanos, y lo mismo sucedió cuando contó cómo nunca dispuso en su juventud del dinero extra a final de mes para aliviar las necesidades económicas de sus parientes, o cómo sus primos se vieron ellos mismos desbordados por la responsabilidad del cuidado de sus hijos como para cuidar los de éste cuando él no pudo. Para cuando a él le sobró el dinero, a sus hermanos también les sobraba, y cuando ellos pudieron cuidar de sus hijos, ya estos eran mayores también y no necesitaban ser cuidados. Según el a los parientes contemporáneos, típicamente, les falta y les sobra lo mismo, dejándoles poco para el intercambio. A los que no lo son le sobran y le faltan cosas diferentes y por tanto se pueden ayudar de manera más eficiente.

Yo estuve de acuerdo….


El relato del estudio estadístico continuó para hacer evidente cómo éstos lazos familiares se intensifican ante la adversidad, mostrando cómo en aquellos países en donde la protección social, la política estatal, y la situación económica desamparan a la familia, ésta última, en cambio, responde reforzando sus vínculos. E inversamente, cómo allí en dónde los dispositivos de ayuda y protección funcionan eficientemente y desde el gobierno, la relación familiar se disuelve y ralentiza, hacia un contacto meramente festivo que en algunos casos ni siquiera llega a ser anual (caso E.E.U.U. y su famoso Thanksgiving´s Day). A nivel estadístico, la inversión porcentual del pib nacional en protección social y asistencia a la familia, es inversamente proporcional al porcentaje de familias que dentro de ese mismo país afirman mantener un contacto frecuente con sus padres o hijos adultos.

Y hasta aquí el relato y yo les pregunto….

Si nos gusta la relación familiar intensa y frecuente, debemos dar gracias entonces a los estados socialmente negligentes?

Es la familia un dispositivo social que se mueve más por interés y necesidad que por afecto?

Trasladando la metáfora de verticalidad y horizontalidad a la estructura del estado, quiere decir esto que estados más verticales generan familias similarmente verticales y cohesionadas, y que en cambio los estados horizontales desembocan en familias disgregadas independientemente de la forma que elijan tener…?

Pareciera que la familia es el último reducto y el dispositivo más poderoso con el que contamos para (mediante la distribución de cargas y favores) hacer frente a realidades hostiles. Pero son estas realidades hostiles sólo las económicas e impuestas desde la administración, o puede la positiva reafirmación de los lazos familiares ser leída también en clave negativa como el correlato a las destrucción del tejido social, la respuesta ante el creciente clima de miedo, desconfianza, inseguridad que reina entre vecinos virtualmente desconocidos.? La otredad peligrosamente cerca?

Es la familia el refugio/búnkerr incómodo pero seguro para épocas de vacas flacas y garantías suspendidas?

Nos podemos seguir dando el lujo (absurdo y desinformado) de denostar la vejez?

Por que era yo el único menor de 70 en esta reunión?

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