El "Piñata-gate" de Teotihuacán

O del origen de las "Posadas"


Venta de Piñatas. Colonia Cuauhtémoc. CDMX


"Pignatta" quisieron llamar los italianos a aquella bola de barro decorada y rellena de frutas que Marco Polo se trajo de la China sin saber bien bien para qué la iba usar. Así eran los ricos entonces, y es que, a decir verdad, éste en concreto, era bien excéntrico¡ Los españoles, apenas unos años más tarde, no dudaron en robarse el invento tan solo para arrancarle la "g" y coronarle la "n" con una virgulilla antes de enviar la primera "piñata" a Teotihuacán en el equipaje de mano de un fraile Agustiniano llamado Don Diego Soria.

Aquel pobre hombre, por la Navidad, entre tanto indio pagano y tan lejos del Vaticano, pues seguramente se aburría de mala manera y en una misa de aguinaldo que pintaba muy mal en términos de taquilla, decidió sacar de su baúl la fulana pelotita hueca y ponerla a oscilar sobre los tocados de flores, plumas y pan.

Dicen que Izel, la mamá, viendo que aquella cosa pasaba quizás demasiado cerca de su tupé tan trabajado, le lanza al cura una mirada en plan -"guey, qué pedo?"; y que Coatl, su marido, que no ve porqué demonios se tendría que cortar va y le grita, desde el fondo de la iglesia y en náhuatl antiguo, lo que vendría a ser en la actualidad un -"ya bájale!, mi carnal, no?- El cura, ya cansado de ser el chiste de los pasillos de cuanta pirámide había en aquella ciudad y antes de que la carcajada empezase a ser general, de pronto que se envalentona, y haciéndole señas al hijo de los dos avispados va y le suelta -"a ver, mi chavo, órale¡ vengase tantito para acá"-... De ahí en adelante, cuentan que el sacerdote entra en una especie de trance alegórico - catequista y que le muestra al chaval un palo decorado para aporrear la dichosa pelota, advirtiéndole que la improvisada herramienta no simboliza otra cosa que la virtud; que le tapa al niño los ojos con una vil trapo que -intenta convencer- representa la fe ciega; que se inventa que los siete picos de la piñata son siete, precisamente, por los siete pecados capitales y que, finalmente, el papel de color y aquel emplaste de purpurina que lo recubre todo, representan, ni más ni menos, que la falsedad del mundo y la tentación. Coatl sabe que al fraile le gusta tomar mucha menos hostia que vino, pero previendo el cachondeo que se iba a montar, decide dejar que su hijo participe. Y el “chamaco” que se siente en su "mero mole", y que se afana con el fulano palito mientras los cuatro asistentes lo animan y lo guían hasta que va y le atina. Al quinto "chingadazo" la bola de barro  se quiebra y que empiezan a caer las jícamas, la canela, el tejocote y todos los "chunches" que la peña se arrebataría de las manos mientras el cura sigue, en sus trece, sermoneando -“así premia Dios a sus hijos, los buenos cristianos”- 

Al oir el jaleo, el niño se arranca la venda "en chinga" y no más se "da color" del "desmadre", sin girarse a ver a su "jefa", se lanza... Algunos dicen haber escuchado a Izel repetir por lo bajito -Aguas, Coatlito!... Aguas!

Toda la "banda" salió de ahí bien "pinche" feliz, pensando que ese asuntito de la piñata estaba bien "padre" y que el "güero" (Don Diego) era un tipo "a toda madre" aunque hubiese plagiado la tradición de los "reventones" de fin de año con los que, de toda la vida, homenajeaban ellos al dios Huitzilopochtli. De ahí en adelante, no hubo misa de aguinaldo sin piñata y la cosa se fue animando con los años llegando a incluir que si "rolas" sobre María y Josė en plan karaoke analógico, que si "atole" , que si "rompope"... hasta que el Papa de turno, desde el Vaticano, va y le marca al Diego para "armarle un pancho" por andar de "desmadroso" y de "beberecua" y así, para que "le bajaran dos rayitas" nomás, y "la neta" por "mala onda", fue y "de plano" lo prohibió todo el muy culero

No quedó ahí el asunto, sin embargo... El Piñatagate de Tehotihuacán le sirvió al fraile como pretexto para salirse de la iglesia, religiosamente cada navidad, a "darse un rol" y tocar la puerta de cada uno de los feligreses de la vecindad hasta que alguno le dejase montar ahí su sarao festivo con "botana", "chupe" y piñata, sin tener que aguantarse el sermón. 

Para despistar un poco las bautizó "posadas"...
y de ahí, con las piñatas, hasta hoy!.   

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