El amish telefónico

Soy venezolano, de sexo masculino, tengo 28 años de edad, una esposa, un titulo universitario, un empleo, una vivienda en alquiler....... un paraguas, una nevera, un ordenador, unas gafas de sol, una planta de albahaca, y una bicicleta, una caja de acuarelas, un libro de fotografías de España y uno del Maracaibo de ayer, 2 calefactores para el invierno y dos ventiladores para el verano, una greca para hacer café, un rodillo para pintar, una escoba, un secador de pelo, etc, etc, etc ........ sin embargo no tengo, aunque parezca increíble,..... ya adentrados como estamos en el siglo 21,... un teléfono móvil celular......

Sorprendido? ..... si no lo está debería estarlo... Esta posesión pareciera ser la última y más determinante característica que conlleva el ser persona en estos tiempos. Y si no lo cree y tampoco tiene tiempo de buscar estadísticas, haga como yo el ejercicio de repasar mentalmente las personas que conoce y de anotar en un papel el nombre de aquellas que no tengan un “móvil”..... No se preocupe que con una servilleta bastará, no serán demasiados...

Los resultados de mi revisión particular son bastante claros.... tengo un total de un (01) nombre anotado en mi papel: el mio propio. Un momento, un momento…..me estoy olvidando de mi abuela (88 años) y mi sobrina (3 años), ellas, como yo, no tienen móvil.....Cabria entonces reformular:

“todas las personas que conozco, o bien tienen móvil, o son mayores de 70 años o son menores de 10” ; por tanto y si me cuento a mi mismo como algo que conozco, tomando en cuenta que no he cumplido los 70 años y hace 20 que pase los 10, y que aun asi no tengo un móvil.......pues, lamentablemente no soy persona...

Visto así comienzo a entender muchas cosas que me han estado sucediendo desde que hace un par de meses un ratero me asaltara y me quitase el bolso con todo lo que éste contenía, incluyendo mi móvil. Este ladrón me robó bienes materiales aquella noche pero al mismo tiempo me convirtió en lo que hoy en dia soy: un “amish” teléfónico.

Como “amish” de la telefonía he podido ver decenas de veces en los últimos meses la casi audible mueca de desagrado que se dibuja en la cara de aquellos que esperando oir el número que tradicionalmente inicia todo número móvil, recibe por el contrario el número fijo de mi casa. Se podría decir que se sienten casi personalmente insultados.

A pesar de que para la mayoría, pocas cosas son tan privadas y exclusivas como un móvil, la tenencia (o mas bien la falta) de uno de éstos, es algo que parece afectar seriamente a los que te rodean, y es que el no tenerlo, o lo que es peor el no querer tenerlo, es lo mismo que manifestarles tu deseo de que no te llamen jamás. Si no vas a estar tu y únicamente tu, inmediatamente disponible al otro lado del auricular, sin intermediarios, ni contestadores; sin momentos inoportunos o carencias de cobertura, pues no sirve de nada, da lo mismo que te retires al campo, a una cueva y a hibernar..., nadie parece estar dispuesto a soportar más el que te llamen y no estés, no esta permitido no estar, y no está bien visto no contestar, hay que estar y contestar siempre o nunca.

Son capaces de vaticinarte tragedias como consecuencia de tu decisión de prescindir de un móvil, o incluso y lo que es peor de encontrar justificación para todo lo malo que te pueda ocurrir en el hecho de esta carencia. Todo lo malo parecieras merecerlo por no tener un móvil, Es para muchos un acto de profunda inconciencia, como manejar borracho o el sexo de riesgo.

Puede parecer exagerado pero recuerdo claramente que cuando era persona, y tenía un teléfono celular, éste a pesar de ser móvil no siempre se movía en la misma dirección que yo, y por consiguiente no siempre estuve o no siempre contesté a las llamadas que a este se efectuaron. Mis allegados pronto desistieron, decidieron no llamar del todo ya que existía la posibilidad de que no contestase. Mientras tanto los vaticinios catastróficos y las miradas reprobatorias no paraban de llegar.

Y es que ahora ya nadie quiere llamar a casa, ya nadie llama a lugares, ahora solo se llama a personas, E.T. estaría hoy completamente fuera de moda tendría que cambiar su famosa frase de “E.T: phone home” por “E.T. phone Jhon” o ….”phone mom”, y aquel que en nuestros días llama a un fijo pareciera que siente que corre el riesgo de que se le encienda la punta del dedo índice, se le alargue el cráneo hacia atrás y se le arrugue la piel como al famoso extratrerrestre.

Lo más irritante sin lugar a dudas es que estas inquietantes repercusiones y reprobatorias reacciones no sólo provienen del entorno puramente social. Aquella barrera que antiguamente separaba el estar en el trabajo, en la calle y en la casa, con la inserción del móvil se ha esfumado, y mientras antes en casa, sólo recibías llamadas de tu familia y amigos mas o menos personales, desapareciendo virtualmente para aquellos de la esfera laboral; (y viceversa, cuando estabas fuera o en el trabajo, los que llamaban a casa no resentían el que no supieses de su llamada hasta que volvieses de tu jornada,) ahora, en nombre de la urgencia y con el aval de las omnipresentes telecomunicaciones: Riiiiing, ahí estas, siempre listo, para el jefe en pleno almuerzo, para la abuela en plena junta, en el coche, en el lavabo, en el cine, o en misa, ay de ti sino!.....de pronto te acomodan a la perfección los adjetivos desde poco comprometido con tus labores, poco dinámico, poco flexible, poco autónomo, en fin, completamente indeseable como empleado, de modé, out, periférico, marginal, caduco, etc .

Incluso para conseguir trabajo, un CV sin numero de teléfono móvil es como un mensaje misión imposible de esos que se autodestruyen, justo en el lapso de tiempo que le toma al lector darse cuenta que tiene que telefonear a un fijo. Este dato es sobre todo mas importante que tu foto, que el numero de identificación o cualquier otro dato, y es que no se puede culpar al que lee los curriculums por asumir que no te encontrará, es obvio que si no tienes ni trabajo ni móvil, tampoco debes tener casa, y si la tienes no ahí nunca deberías estar, tendrías que estar en la calle buscando trabajo, coño! a ver si con lo que te paguen te compras un movil!

Puede que el exhibir un móvil enganchado al cinturón confiriese cierto estatus todavía a principios de los años 90, Sin embargo, hoy en día, por populares entre la población más diversa, mas que un elemento diferenciador es la norma, lo normal y un elemento normalizador. Es el signo que nos identifica como negritos de esta nueva forma de esclavitud, condenados a disponibilidad perpetua. Negritos todos, la humanidad entera desde las clases mas ricas a las mas pobres, todos llevamos móviles como grilletes que nos mantienen sujetos, conectados o encadenados: ejecutivos, obreros, científicos, prostitutas, diputados y sacerdotes, puede que el grillete no sea idéntico, y que algunos posean más prestaciones que otros, pero todos costeamos mensualmente con mayor o menor esfuerzo el alquiler de nuestro grillete obligatorio. Sólo los nobles, los poderosos o los excesivamente famosos son libres de esta condena, a ellos nadie les culpa por no atender a un móvil, por no poseerlo o no quererle.

Si ud, no es famoso, ni poderoso, ni noble, y tampoco quiere tener un teléfono móvil, ud. es sin duda profundamente diferente, y si alguien accede a considerarle persona en cualquier caso ud será una persona alterna, subversiva, revolucionaria, antisistema, y sospechosa, casi terrorista.

Todos sabemos que un móvil es mucho más que un simple artefacto de comunicación, aunque mucha gente lo haya tomado a la ligera. No obstante otros ya han sabido reconocer sus cualidades únicas y trascendentales:

Incluso el muy anticuado Carreño, dentro de la muy actual versión web de su manual prohibe colocar el móvil sobre el escritorio ajeno tachando la práctica de terrible invasión, dada la condición de “artículo íntimamente personal” del móvil, es decir, mas vale poner los pies sobre el escritorio ajeno que dejar reposar el móvil sobre esta superficie.

Otros “antropólogos urbanos” ha descrito cómo “el móvil” ha multiplicado exponencialmente la frecuencia con la que la gente “queda” o se “compromete” para juntarse a tomar una copa, caminar o ir al cine, no solo porque permite la invitación espontánea e inmediata, sino más bien por que permite la cancelación también espontánea, inmediata pero además indolora, injustificada, irreprochable e inadvertida de cualquier cita. Ningún compromiso compromete realmente a nadie cuando se sabe que éste puede deshacerse tan tarde como 5 min. antes de la hora fijada, sin tener que poner ni la cara, ni la voz, ni una excusa demasiado creativa; Un escueto “ se me ha complicado la tarde, nos vemos otro dia…..besitos, vale?” es suficiente para no generar malos rollos. Gracias a dios el plantado no está sólo, el también tiene su móvil……

El móvil es un perfecto refugio, compañero invisible o amigo imaginario para aquellos que esperan por una cita que nunca llegará en pleno espacio público. Les ahorra la vergüenza y la angustia de mirar buscando entre la multitud la cabeza deseada, les permite ver el reloj cuantas veces lo deseen sin delatar su ansiedad, en resumidas cuentas hace posible que les planten dignamente, probablemente en compañía de otros amigos remotos, que le consuelen a viva voz, con mensajes de texto, o incluso con misiles extrarrestres, desde el espacio exterior y en formación lineal contra la que el plantado arremete tecleando 0 -0-0 -0- frenéticamente.

Entiendo que hoy en dia dados los hábitos que hemos adquirido entorno a la telefonía móvil, pueda haberse olvidado que este fue alguna vez un artefacto doméstico, social, comunitario, casi un mueble, y por estar conectado y /o empotrado a la estructura física del inmueble, pudo hacer sido considerado un apéndice más de éste, por tanto completamente público, nada íntimo, muy poco personal, y sobre todo muy poco móvil. Pero aun asi era un teléfono, y comunicaba muy bien a la gente, quienes estaban o no, y si estaban podían estar “ocupados” o lejos del teléfono; Se hacían igualmente negocios y el amor por teléfono y los que no tenían uno no contraían lepra. Recuerdo también que en aquella época los móviles éramos nosotros las personas, los usuarios, los hablantes y los escuchas, éramos móviles y ligeros pues nos movíamos hacia las máquinas cuando necesitábamos hacer uso de ellas, sin cargar a cuestas con todas ellas juntas por si acaso…. Pero esto lo comentaré otro dia…..


El “amish” Telefónico

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