Tomamos malas decisiones.

( o sobre los límites del "allá tu"!)




Tomamos malas decisiones, nos comemos "el marrón", con fortuna, algo aprendemos y la cosa no pasa de ahí.  Es lo que los optimistas llaman "experiencia" y los fatalistas "la puta vida". Porque sí, en el transcurso de una vida, puta o no,  estamos abocados a meter la pata "hasta allá" un sin fin de veces, solo para luego sacarla y no tener mas remedio que seguir andando el camino, con la misma pierna, quede como quede.

Ni se acaba el mundo ni pasa así con la democracia.

De los sesenta y seis(1) muertos asesinados en los cincuenta y tantos(2) días de protestas pacíficas y continuadas contra el régimen de Maduro que se han producido en las principales ciudades de Venezuela, solo veintitrés (35%) tenía edad suficiente para votar en las elecciones que llevaron a Chávez y a sus actuales herederos al poder.  Asumiendo que los que si tenían edad para hacerlo, lo hicieron de acuerdo a los resultados de entonces, cinco de ellos no votaron, ocho lo hicieron en contra y diez a favor. Podemos decir entonces que 85% de los que han perdido la vida en estas manifestaciones, lo han hecho, ya no por una malísima decisión que hayan tomado en el pasado, sino por aquella que tomaron otros, unos pocos, bastante mayores que ellos, que a lo sumo fueron sus padres.

“Más sabe el diablo por viejo”, dice el dichoso dicho que queda entonces en entredicho. Déjate de "un mundo mejor"¡. Pasamos de heredarles cultura y sabiduría a las generaciones futuras a legarles las terribles consecuencias de nuestra miopía política,  nuestro pésimo juicio, nuestra hartura con el sistema y nuestro odio miedoso hacia quienes considerábamos se estaban quedando con "lo nuestro"o traicionando la "soberanía nacional". Para la siguiente generación, ni pierna rota, ni camino, ni mundo mejor ni peor. Todo, por nuestra afición a la desinformación y al discurso incendiario.

Discursos típicos y usuales en la caudillesca propia de las que llaman "democracias bananeras", no sé si para explicar el despotismo o para justificar, por recurrencia, la soterrada indiferencia hacia los destinos políticos demasiado tropicales. Pero también, una retórica que resuena mejor, ya no solo entre los más pobres sino, como se ha podido comprobar, entre los más mayores, los menos formados, y también, aunque no es lo mismo, entre los "mal educados".

Y de estos hay en todos lados.

No han sido los letrados, ni los científicos ni los profesionales cualificados. Sobre todo, no han sido los jóvenes los que con su mayoritaria mala decisión han conjurado a Trump(3), el Brexit(4), o a Erdogan(5), igual de nefastos y tóxicos los tres, sobre muchas más cabezas de las que pueden hacerse responsables. No obstante, son siempre muy jóvenes la mayoría de los que mueren.  Fueron los mayores de cincuenta, de sesenta, o de setenta -da igual- los que no pagarán tan caro,  o al menos no por tanto tiempo, las consecuencias de lo que impusieron sobre aquellos que con un poco de suerte deberían poder al menos sobrevivirles.

O no¡. No si son llamados a una guerra convocada por el loco belicista al que dimos nuestro voto, ni tampoco si, como en el caso venezolano, les toca salir a luchar por una democracia que secuestró el mismo que elegimos democrática pero irresponsablemente.


Hace algunas semanas, cuando los asesinados en Venezuela ya eran muchos pero menos, un amigo también emigrado, agradecía mediante su estatus en una red social a todos los que aún en el país y manifestando pacíficamente, lejos de rendirse ante la violencia represiva de las fuerzas gubernamentales, se estaban convirtiendo con su perseverancia y valentía, en "la resistencia". -Justamente esto¡- pensé. Pues a mi modo de ver, es lo único que, aún hoy y estando fuera, cabe decir. Quizás sea lo único que tenemos el verdadero deber de expresar.  Y José Miguel lo hizo bien. Lo hizo con generosidad y la boca grande. Solemne y sin escatimar en grandilocuencia o en la épica que la ocasión ciertamente histórica amerita. Hablaba de guerreros, mártires, sangre e insignias. Habló de "deuda" de los que por una u otra razón no estamos ahí, "al pie del cañón", para con los que si. Habló, para ser exactos, de "deuda eterna" y creo que no se equivocó. Tanto si se consiguen los objetivos como si no, la deuda estará siempre ahí y si no es con lucha y vida, sólo podremos pagarla con votos y lucidez de decisión en una futura ocasión. Yo quiero pagarles. Sobre esto no tengo la menor duda. Me pregunto, sin embargo, si ya que incluso los que nunca votamos a favor del antecesor del actual dictador debemos tanto a estos jóvenes que hoy en día se juegan la vida (y la pierden) en cada manifestación, sobre lo que vienen a deberle entonces los que si votaron por él? De qué tamaño es entonces la deuda de aquellos que en ejercicio pleno de su libertad decidieron poner a un, ya entonces, ex-convicto en el poder, con antecedentes probados de violación de la entonces vigente constitución, y con manifiestas intenciones de re-escribir toda ley que obstase a su particular provecho?




Es aquí donde la deuda de la que habla José Miguel se me queda corta o pequeña por muy "eterna" que sea, y es aquí donde retomando el hilo de los párrafos anteriores, necesitamos hablar de responsabilidad. No hablo de responsabilidad legal, claro está, sino moral. Esa responsabilidad de la que nos pensamos henchidos justo cuando volvemos del centro electoral y de votar,  pero una responsabilidad que es enteramente retórica y vacua pues no estamos nunca llamados a "responder" por las consecuencias de nuestra decisión. La democracia entonces,  conjuntamente con su inseparable dispositivo de votación, sería el ejercicio paradigmático de la “irresponsabilidad”, o a lo sumo, el mecanismo mediante el cual, aún votando de forma consciente, acertada, consecuente o inteligente, designamos a quien hemos elegido para responder en nuestro lugar. Elegimos pues, meramente, a quién echar las culpas. Para esto ha quedado la democracia. Y así nos va¡


No, no estoy con esto eligiendo echar las culpas de los asesinados a los mayores. Ni pretendo hacer una apología insostenible y sentimental de la juventud, siendo al mismo tiempo los jóvenes quienes con mayor frecuencia se abstienen de votar; ni tampoco quiero abundar en la “mala prensa” que ya tiene la vejez por razones de salud enteramente tangenciales a la democracia. Sobre todo, no quisiera repartir ni un poco todo el oprobio moral y legal que deberá recaer, tarde o temprano, enteramente sobre el ruin estado criminal y sus asesinos a sueldo. Se trata más bien de entender de una vez por todas que aunque las decisiones que tomamos en la urnas son, o deben ser, efectivamente privadas o secretas, libres y personales; y forzosamente basadas en nuestra experiencia y subjetividad, su alcance, por otra parte y en el otro extremo del abanico,  es terriblemente público, hoy en día global, trans-generacional y del todo muy serio. Se trata de comprender que las consecuencias de nuestras malas decisiones, incluso siendo jóvenes, nos sobrepasan y nos sobreviven hasta tal punto que pueden llegar a comprometer la supervivencia misma de aquellos que por edad no tendríamos que ver morir. Se trata de no legitimar a futuro la ilegalidad o de evitar contraer, por la vía del voto, deudas ni tan siquiera morales, que puedan ofrecerse para diluir, aunque sea mínimamente y entre muchos, la atroz responsabilidad de cuatro gobernantes mafiosos y sus sicarios sobre sus víctimas.

Decir todo esto a propósito del caso norteamericano, británico o turco quizás resulte anticipadamente "tremendista", en el Venezolano es tremendamente triste pero real. En todos ellos, a estas alturas, improductivo. En España, sin embargo, en Cataluña, en Alemania o Ecuador, a propósito de sus respectivos procesos electorales y refrendarios venideros, merecería la pena la pena recordarlo. 




(1) este era el número de "fallecimientos", directa o indirectamente vinculados con las manifestaciones, reconocidos por las "Defensoría del Pueblo" al momento de empezar a escribir el presente texto. A día de éste número es de 76 o 92 según la fuente consultada.

(2) las manifestaciones se han continuado produciendo y la presente jornada sería la 86ta.

(3) https://www.nytimes.com/interactive/2016/11/08/us/politics/election-exit-polls.html

(4) http://www.bbc.com/news/uk-politics-38762034

(5) aunque los datos demográficos del referendum turco son mucho más opacos que los anteriores algunas fuentes parecen indicar una clara brecha educacional, urbano-rural y generacional tras el conteo de los votos. http://www.politico.com/magazine/story/2017/04/21/turkey-election-politics-istanbul-215061

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