Tres Veces

I
Ponía especial esmero cuando creía estar atendiendo a un escritor. Si se trataba de una chica, inconscientemente, aún más. Se sentía especialmente orgullosa de poder discernir, a partir de la postura, el ritmo del tecleado y las pausas; del movimiento de los ojos sobre la pantalla y por supuesto, de lo que ordenaban para tomar mientras tanto, si se trataba en efecto de un escritor o de un simple mortal respondiendo e-mails desde su bar. Si los veía consultando libros, en físico, lo tenía entonces súper claro, y en consecuencia iba acomodando al resto de clientes , especialmemte si venían con niños o vociferando con un móvil a la oreja pegado, a una distancia más que prudencial para garantizar al escritor la menor distracción. Si habían escogido una mesa de ventana, por la mañana, les bajaba discretamente las venecianas para impedir que el reflejo del sol sobre el monitor les dificultase la visión. Y apenas los veía parar, dudar, o interrumpir el tecleado para pensar, bajaba la música o optaba por la instrumental no fuese a ser que toda aquella poesía barata que sólo pasamos a base de acordes pegajosos y repetición, acabasen contaminando por accidente la prosa de un potencial autor de best-sellers. Hace falta decir que era una lectora glotona, viciosa, sedienta, obsesa, confesa, irredenta y ufana? No. Para éstos fines quizás sea más importante mencionar que a pesar de darse perfecta cuenta de que quienes entraban al bar eran clientes, tan pronto los pillaba escribiendo empezaba a verles, más bien, como proveedores. Connotaciones peyorativas a parte, digamos que les sentía, de pronto ,como sus sirvientes. Como trabajadores, profesionales o amateur, a destajo encargados de ofrecerle ilusión, angustia, intriga, alegría, pena o excitación por capítulos enteros o a párrafos en un futuro, no muy lejano, cuando les llegase la ansiada publicación y eventualmente, la fama. A veces, volvia a refugiarse detrás de la barra sin saber exactamente quién estaba trabajando para quién.



II

A través del cristal y sus pegatinas de "wi-fi", Visa y MasterCard, podía verse un bar abierto, enteramente vacío y con una camarera "en sus marcas". - no necesito más¡ -se dijo, y sin darle más vueltas al asunto, entró y se sentó ahí donde encontró el primer enchufe para conectar su ordenador. Quería transcribir, antes de olvidarlo, un monólogo que creía haber soñado y que en su cabeza resolvía la escena que tenía atascado el desarrollo de su guión. Una vez sobre el papel digital de su procesador de textos, sin embargo, aquel discurso sonaba tremendamente impostado, y sin llegar a borrarlo, con una línea de píxeles negros, lo tachó. La respuesta vino dos carajillos después y se la trajo la camarera con la explicación de un platillo incluido en el menú de brunch. "Es una salsa de sabor potente que estalla en boca y sorprende... agradablemente... los que lo prueban suelen referir "placer"... así, con esa palabra... intenso pero fugaz -añaden algunos...y siempre vuelven -Lo ordenó de inmediato, y tan pronto lo probó, y al tiempo que notaba cuán exacta habia sido la camarera en su descripción, abrió de nuevo el ordenador para sentar a sus protagonistas a la mesa en un bar idéntico a éste pero en el centro de Besançon. Ahora sería la mujer quien hablaría, mayormente, mientras que él, aún no lo tenia claro.. A él ya vería lo que lo ponía a responder.

-bueno, qué? Comemos?....rompió ella el silencio...
-Cada día....En promedio, tres veces. - murmuró él, apenas, para demostrar que el asunto no le entusiasmaba demasiado y disuadir cualquier intento de charla vanal.
-ya¡ -concedió ella justo antes de llevarse el tenedor a la boca, aunque su cabeza estaba más bien en modo "existencial".
-A veces lo disfrutas...-continuó un instante después -A veces poco y a veces muchísimo, pero siempre apenas por un rato -Añadió mientras las pupilas de su compañero se perdían tras el parpado superior en señal inequívoca del más profundo hastío. Ella, sin tenérselo en cuenta, continuó. -A nadie he escuchado yo, sin embargo, quejarse de la brevedad del placer que propone un sabor, así como nos quejamos todos de la felicidad y de su intermitencia... de su fugacidad....A nadie he escuchado yo rendirse, declararse terminalmente inapetente, decepcionado enteramemte del comer y del saborear solo porque aquel sabor delicioso pasó muy rápido o porque el regusto fue muy leve.... -el seguía masticando, mirando fijamente el plato, aunque ahora, sin demostrarlo, le estaba escuchando. Su mujer prosiguió -volvemos siempre a intentarlo... cada día, por lo menos tres veces...por necesidad fisiológica, por gula, por costumbre, por ansiedad... sobre todo por suerte... volvemos a darle siempre una nueva oportunidad, sin garantía ninguna, al placer de probar y de la saciedad. -el hambre es que es muy terca¡ - intentó interrumpirla, con la boca llena, pero ella no tenía intención de parar. - A lo que voy es a que quizás, deberíamos todos ser tan constantes, o tercos si prefieres, en nuestros intentos de ser dichosos, como lo somos con el comer, no crees?...- por no hablar del beber...-le interceptó. - tan constantes y tan exigentes...nos contentamos generalmente apenas con algo caliente... con un poquito de sal... una pizca de pimienta nos excita, el dulzor siempre se agradece... porqué demonios hemos sofisticado tanto la felicidad? ... -porque es compleja? Quizás? -Dijo él, ya sin intentar disimular que entre bocado y bocado se había tragado el anzuelo. - pero lo es?- pregunto la mujer -Lo es tanto?... volvamos a intentarlo, va¡... cada día, tres veces... follar, reir, comer...sin tanta expectativa, exigencia o sofisticación... tres veces al día... hablar, besarnos como salga, hablar de lo que sea, bailar... hacer de esta búsqueda algo tan automatico, inocuo e intrascendental como abrir el refri para pillar un bocado. - siempre he pensado que la luz del refri es sexy... sé que es un pensamiento muy de gordo... -venga, Mich, va¡... no lo estropees¡ si lo piensas en clave "comida", de pronto, no es tanto.. es nada... es lo natural... tres veces...desayuno, comida y cena... o brunch, vermuth, merienda o aperitivo... me da igual cómo nos lo montemos...tres whatsapps, tres "cariños", "qué tal te fue?" o "cómo se encuentra tu mamá?"... tres gestos de... tres gestos de amabilidad... -perdona. Yo es que me quedé en "follar"...tres veces... wow¡ -mientras te quedes con algo de lo que he... -es que no doy crédito, tú¡... qué es exactamente lo que me quieres ... tanto rollo para decirme que me la quieres comer?... Mira que eres rebuscada... -y tú imbécil... de verdad... tarado perdido.. no sé en qué o quién estaba pensando... -tranquila, joder... es coña... pensé que podiamos empezar por lo de reir tres veces... un chiste, mujer... una broma¡ -anda¡, paga de una vez...

Dejó de teclear pues sabía que habia perdido el norte, que divagaba. Tachó todo lo que había escrito después de "bocado", y se llevó el último que quedaba en su plato a la boca. Quería pedirle a la camarera que le trajese más de todo, pero le frenó su habitual vergüenza para "ordenar". Sabía que los camareros estaban ahí para atenderle, pero una vez que se ponía a escribir, solía pensar en ellos como proveedores o clientes en vez de servidores. Tan pronto empezaba a contar, todos se convertian en fabricantes o materia prima para hacer historias. Personajes en potencia, más o menos acabados, que la necesitaban meramente como distribuidora, para llegar debidamente empaquetados y etiquetados hasta al consumidor final. Tan pronto acababa de "dibujarlos", pasaban a ser clientes. Futuros lectores que pensaba tan exigentes como el mejor corrector de estilo o el más duro editor de una gran editorial. A veces, volvía a refugiarse detrás de su monitor sin saber quién estaba trabajando para quién. Sin tener que llamarla, la camarera se acercó, y tras pedir su opinión sobre el plato y si deseaba algo más, por primera vez, se atrevió a preguntar -una mañana productiva? Cree que se lo vayan a publicar? -nah¡... son meras tonterías... -le dijo, honestamente y sin falsas modestias -la verdad, no estoy hoy muy fina.. quė va¡ -bueno, mujer... seguro que está genial.. vuelva a leerlo luego... sea terca...intėntelo de nuevo a la tarde... por la noche y mañana.. como con la comida... tres veces...

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