Sumidero Mental



Tras el cristal llovido veías la Casa de La Campana, con su campana, claro, que más que grande era rara, pues como que ninguna otra casa ahí tenía una y eso la convertía en punto cardinal. Delante había una bifurcación con un poste enorme al que iban a amarrarse cables de alta tensión venidos de todos los rincones del cielo, hoy revuelto con matas de mango. Por la derecha también llegabas, pero ese era otro camino y otro recuerdo. Si te ibas por la izquierda, en cambio, veías el colegio el Pilar, o su puro estacionamiento, con su procesion de coches con aire y vidrios ahumados, depositando, uno a uno, su cargamento de niñas, bonitas todas imaginaba uno, con sus paraguas, sus loncheras y sus faldas azules. En frente, la panaderia atendida por portugueses, italianos y luego chinos, en la que siempre se vendió, sobre todo, pan francés. En la curva, tras La Muchachera, estaba aquel muro ideal para la propaganda electoral que se disputaban al principio AD y Copei, y luego, cuando el asunto se enredó, todos los demás. Ahí, sobre las alcantarillas que se tragaban la riada, apenas flotaban las aceras sobre las que corrían de puntillas dos niños descalzos bañados por las mareas turbias que levantaban los coches al pasar. Luego navegabas por un barrio de casas humildes y en seguida: el Portón. Miré entre los barrotes y ahí el recuerdo, por absurdo, me avisó de pronto que era un sueño. Ya no iba de copiloto sino andando con alguien a quien no veo desde hace más que a #Maracaibo. A lo lejos, el charco reflejaba un sol de invierno y unas ramas peladas de frío. Imposible. Volando y dormido seguí por la 10 y, donde está la farmacia vi un carrusel y en la hondonada, tras el semáforo, se acabaron la calle y el #sueño en un remolino.

Me despertó el ruido del camión que lava el #PobleSec cada noche. El sonido de agua y asfalto me hizo regurgitar en sueño un #recuerdo atascado en algún sumidero mental.

Pasar junto a los respiraderos de las piscinas St Jordi cuando exhalan su aliento de cloro al cielo me pone también a nadar en recuerdos sumergidos.

No sé qué se sienta perder la memoria y recobrarla de sopetón, pero creo que debe ser algo así.

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