Disgresiones Des-Fachatadas #1



Si pudiésemos andar por las fachadas lo haríamos como lo hacemos por los cementerios, bordeando cuidadosamente las tumbas abiertas para no caer y las cerradas por puro respeto, intentando adivinar la vida de los que habitan cada hueco. Las ventanas son la lápida de los vivos que se quedaron hoy en casa y como sucede con las primeras, ahí el polvo, las telarañas, las flores que adornan, o la mugre que afea, dicen mucho más sobre el inquilino que las ocupa que su mero nombre inscrito en la piedra o en la plaquita del buzón. Pronto los difuntos recibirán correo comercial y en nuestras ventanas se leerán epitafios, fechas de nacimiento, de defunción. Imaginamos que tras las cortinas siempre alguien se desviste, folla, llora, espía o cocina, igual que bajo la tierra los ausentes duermen. ¿Pero quién dice que el asunto no es acaso al revés? Muertos de otro y vecinos desconocidos, juntos incitando al morbo y a la "curiosidad intimista" desde que el mundo es mundo, o al menos, desde que decidimos apiñarnos urbanamente para vivir y para morir. Muy juntitos para vivir esta vida y la que sigue... y la de al lado, y la del otro. El oficio del voyeur y el del cotilla requieren densidad y no eximen de la muerte, y como toca ejercer incluso en el más allá, en algún punto fue necesario eternizar el hacinamiento sepultándonos a todos en un mismo sitio. ¿Cómo es que a nadie se le ha ocurrido entonces enterrarnos de pie? De modo que donde antes cabia solo uno, quepamos ahora tres. Estaríamos igual de cerca entre nosotros que los que descansan en nichos, solo que uno tras otro en vez de por debajo. La vida ya nos tiene bien acostumbrados a hacer fila y podríamos continuar así hasta que nos exhumen por los pelos como tubérculos, cuando asomemos de nuevo la cabeza por esas ventanas al submundo que son las tumbas, para hacer sitio a otros tres. La escasez explica la mayoría de las subidas de precio, y aunque el infierno suene a "grande", a juzgar por los precios de las parcelas, no parece que sea infinito. La Burbuja Funeraria. A mi hace ilusión que me exhumen. Querer dar una vuelta post mortem tampoco es que sea tan raro. La señora del quinto del edificio de enfrente se asoma cada mañana a tomar el sol en el balcón y más que recién sacada de la cama parece exhumada de un largo sueño. No son su vejez ni su palidez, sin embargo, los que la hacen parecer muerta. Es más bien el rigor de sus escasísimos movimientos, las elegantes blusas de seda tan de mañana, esos broches con piedras preciosas(?) hasta el cuello, y el maquillaje tan grueso, sobre los párpados siempre cerrados. Si, hay gente que en vez despertar se exhuma cada día de su cama y cada tarde del sillón apenas para asomarse a la ventana. Las ventanas, como las tumbas, son todo o escencialmentel oquedad y vacio. El muy cotizado balcón vendría a ser un amago de disimulo, un intento de habitar el hueco que no logra su total negación. Una protuberancia ahí donde antes solo había un hoyo y una interrupción. Una construcción y un monumento sobre el vacío. Vendrían a ser las estatuas y los panteones del cementerio hechos para habitar otro hueco. ¿A los balcones se entra o se sale?
Podría haber comenzado preguntándome qué pasaría si los cementerios fuesen verticales, pero recordé que ya algunos lo son, y no pasa nada. A lo sumo hay parientes que no están a la altura de sus muertos y lloran con la mano en alto, apoyada sobre la piedra, para sentir, o precisamente para palpar, la (des)conexión. En los cementerios de nichos la similitud entre ventana y tumba es más evidente y se pone en relieve la des-fachatez de los cementerios planos. Sí que me intriga, no obstante, el que no hayan seguido creciendo hacia arriba una vez que accedimos a ser apilables en vida y muerte. ¿Porqué no hay rascacielos fúnebres? Ir a un entierro en la planta cuarenta y tres sería equivalente a acompañar al muerto medio camino hasta el cielo. Yo lo en encuentro bonito. Quizás haya ahí una idea de negocio. ¿Y si las fachadas fuesen horizontales? Subiríamos a las ventanas, caeríamos en casa por los portones y para verlas de lejos tendríamos que volar. Habría más toboganes y menos toldos. El metro sería un ascensor y el ascensor un metro de un metro cuadrado.

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