Bendito sea el trabajo





Hoy le toca ducha helada, otra vez, pues el idiota de la caldera no llamó. El tío aquel de la semana pasada tampoco ha vuelto a escribir y Lola...Lola sigue con su drama, pues según ella, la tiene olvidada... 

Sí han llamado, en cambio, el veterinario y su casero: Rico tiene melanoma y pocos días de vida, mientras que ella más o menos un mes para buscar habitación... No lo ha pensado así, pero ahora, sin perro, igual le cueste menos encontrar. No lo ha pensado así, entre otros, pues desde que abre el turno hasta más o menos la media noche, no le da tiempo de pensar sino en órdenes, reservas y en la horizontalidad de la bandeja. 

Retentiva, atención o paciencia, no sabe de cuál se requiere más, pero esos cafės "de-caff" con leche desnatada, sin lactosa, sin espuma y sin azúcar, la tienen deseando una tecla en la maquinita que ponga "agua marrón", pero qué va¡ Eso, por no hablar del guiri que ha devuelto la paella pues "no sabía" y siempre ha odiado el arroz; la pareja que pretende que la gente toda se calle, asi, porque el bebé por fin se les durmió; o de Zoe, en la barra, que sobrepasada por todo, no para de cagarse en el tirador de cerveza que como ella, escupe espuma por la boca. 

Todo muy molesto y al mismo tiempo genial, pues por su mente no pasarán ni Rico ni Laura (ni ligues evaporados ni arrendamientos expirados ni lampistas fugitivos) hasta las dos. Habrá clientes pesados y con prisas, claro¡ Compis agobiados y el jefe, pero todo esto, sin embargo, comparado con lo otro, con todo lo que deja fuera cuando cruza la puerta del restaurant...Es que no hay color¡ 

Mira el reloj y ve que aún le quedan cuatro horas para plegar. cuatro preciosas horas de tonterías urgentes y maleducados fugaces. Cuatro horas de agobio intrascendental. 

Suspira feliz, se alisa el mandil y se recoloca un mechón detras de la oreja. Alza la mirada, hace paneo general, ve alguna mano en lo alto y echando a andar en esa dirección se dice -¡Bendito sea el trabajo¡-

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