Bailar con los Dientes


El otro día una amiga me comentaba su desconfianza instintiva hacia quienes no comen pizza. Le resulta, me contaba, supinamente raro y sospechoso pues según ella nada bueno debe esperarse de quien pone peros a una combinación de cosas que son, generalmente, todas sencillas y sabrosas. Lo comprendí perfectamente, aunque no lo comparta, más que nada porque no conozco a nadie que no las coma y porque intento, aunque sin éxito absoluto, mantenerme tan alejado como puedo de los prejuicios...

El domingo, sin embargo, produje mi versión definitiva de esta máxima. "Desconfía, tú, de quien baile "agarrao" con gesto serio". Y digo "agarrao" porque los bailes solitarios, los clásicos, pero también los más modernos, es verdad que admiten la “gravedad” y casi proscriben la sonrisa. Pero lo que es la salsa, el merengue, la bachata, la cumbia y si me apuras, hasta el fox-trot son para bailarlos, digo yo, con todos esos dientes bien a la vista. Aunque los pies, la cadera y las manos deban atender al ritmo, a la cadencia y a la postura, claro, la sonrisa debería ir siempre a por libre, dando buena cuenta de que el baile es, primordialmente, eso: diversión. Si lo de desconfiar le parece mucho, vale, no lo haga, pero vuelva a su asiento después de la primera canción y pregúntese si se divirtió. Si la respuesta es negativa y Ud. no está buscando perder peso ni ganar una competición, coincidirá conmigo en que como poco, ha perdido el tiempo y oi, oi, oi¡....hoy en dia ... el tiempo....hay que desconfiar de quienes nos hacen perderlo.

Entiendo que si Ud. es como yo, quizás no se de mucha cuenta de la cara de su pareja de purito bien que se lo está pasando, pero créame, aquello, desde lejos, se ve muy raro. Una gente bailando mientras canta que si "gózalo", que si "menéalo", que si "apriétalo", todo con aquella cara de amargura, desde fuera, resulta casi perturbador. Es casi como como llorar saltando a la pata coja...Yo es que pienso que la tristeza, el enojo o la angustia requieren de cierta exclusividad y concentración. El otro día me pasó por al lado una chica en bicicleta que iba hecha un mar de lágrimas y a mi que lo que se me da por pensar es que —chica¡ ¿por qué no te sientas un ratito a llorar como Dios manda?— Llorar así, a esa velocidad, sin una superficie sobre la que cruzar los brazos y apoyar la frente es.... ¡no, no, no¡... !Por favor¡ Seamos serios a la hora de enojarnos y llorar y quedémonos un poquito quietos... Esto, hasta mi hija de dos años lo sabe...

Quizás por esto nunca me ha interesado aprender a bailar tango. Aquello de aparentar que sufro cogido a la cintura de alguien, se me hace un contrasentido o como poco, un desperdicio. Y es que siendo pocas cosas tan "opcionales" como el baile, me cuesta mucho entender (fuera del contexto de unas elecciones) ese "optar a disgusto", o en su defecto, ese disimulo tan innecesario del placer.
Y cuidadín con ofenderse, argentinos y tangófilos. Claro que reconozco en el tango técnica, belleza, historia, sensualidad y todo lo quieran, pero la imagen de la milonga siempre me ha parecido lo más cercano a un funeral bailable. Toda aquella gente bailando divinamente, aunque todos tristísimos... Meneando por parejas una expresión de entre cólico renal y puchero. Miren si somos retorcidos los humanos que según que día, todo esto, nos resulta hasta sexy.


Los bailaores (flamencos), por su parte, parecen cabreadísimos, pero estos, a efectos de los bailes que hoy me ocupan no cuentan pues, aunque de vez en cuando se toquen, no puede decirse que bailen propiamente "agarraos". Los que sí van cogiditos todo el rato son los de la sardana, pero a éstos les disculpo la economía de sonrisas por entender que aquello, más que un baile, es un trance y un ejercicio. Lo más parecido a un taichí catalán o a una proto-zoomba local muy muy aburrida.

Lo de ayer, en cualquier caso, era Forró, pues dentro de las Fiestas de Poble Sec hay pa'tó… Desde "relevo de compresas" y "lanzamiento de escobas" dentro de unas “olimpiadas feministas” con perspectiva “queer” hasta “percusión corporal” y “otros bailes populares de la cultura Manchú”… Inclu-qué? ¡Lo flipas¡ Ayer tocaba temática Brasileira y aunque esperábamos la sempiterna batucada, mira tú por dónde que nos sorprenden con una clase popular de baile para este género divertido, pegajoso y casi sosegado que se dejaba bailar con sorprendente facilidad. Hasta el señor de los dos pies izquierdos lo pilló. Y es de agradecer. No hay baile que aboque más a la frustración o al disparate más ridículo de los no iniciados que la samba. La samba, definitivamente, no es para gorditos o amateurs.

¿Que dónde queda, a todas estas, el perreo? No lo sé, pero quizás me interesa más preguntarles ¿Los frotamientos rítmicos cuentan como “baile agarrao”? ¿Importa realmente si te están sonriendo o no cuando la voluptuosidad temblorosa te esta rozando la bragueta? ¿Les resulta esta pregunta más sexista que el baile o l×s que se prestan a bailar?¿Sabían que existe algo llamado “perreo Feminista”? ¿Que no me creen? ¡Aquello promete¡ Nos vemos, entonces, el sábado a media noche en el Solar de la Puri para ver a la Niña Mai… No digan que no les avisé… Si no van se van a tener que creer todo lo que yo les cuente... (wink, wink - pinky promise)

P.D.: Esta última la foto la guardo para refugiarme mentalmente en ella cuando mi hija sea mayor y alguien me venga a contar que “Micaela tiene tremenda maraca”…




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